Desplazamientos

(...) En el proyecto de Oscar Molina se produce una inversión de los conceptos a los que la historia del arte –y particularmente la fotografía– ha estado ligada desde tiempos remotos. Con el nacimiento del movimiento conceptual, mediados los sesenta, y especialmente con determinadas propuestas posminimalistas, algunas de estas cuestiones ya fueron puestas en entredicho. La fotografía pasaba a documentar o testimoniar algunas prácticas creativas de carácter efímero y la desmaterialización artística encontraba en la cámara un valioso aliado. En Photolatente, por el contrario, sucede que la fotografía deviene del proceso mismo, no es algo externo a él y, en consecuencia, no constituye únicamente su testimonio visual; en todo caso, aparece como la huella material de una propuesta operativa que pone el énfasis en lo procesual y se ofrece conceptualmente, ya que la imagen en estado latente se oculta en un sobre opaco, quedando en manos de un tercero la posibilidad de hacerla o no visible.

Se produce entonces un ensanchamiento de las coordenadas espaciales y temporales, de tal manera que la experiencia del creador va más allá, enlazando con la de los cientos de participantes que realizan los registros fotográficos y los miles de poseedores de sobres Photolatente. No hay cronologías específicas ni topografías concretas, no sabemos quién realizó las tomas ni los motivos iconográficos capturados en ellas. Uno de sus rasgos más notables es precisamente su carácter nómada y la capacidad que ostenta para generar desplazamientos entre todos los elementos y personas involucradas: el creador del proyecto, los autores de las imágenes, el editor y el receptor final. El proceso se va enriqueciendo con los aportes de cada uno, pero la percepción y las reflexiones que fluyen a posteriori son diferentes en cada caso. (...)

Marta Mantecón
Extracto del texto para el catálogo del CN Foto de Torrelavega, julio 2006.

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